viernes, 22 de marzo de 2013

TE COMPRO UNA HORA


TE COMPRO UNA HORA

El niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, lo ganaba bien y estaba todo el día en sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".

Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:
    – Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?.
    – Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesetas. ¿Por qué?
    – Quería saberlo.
    – Bueno, duerme.

Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía mil quinientas pesetas. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:
    – Papá, dame quinientas pesetas que me hacen falta para una cosa muy importante...
    – ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.
    – No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que hablan con su padre...
El padre le abrazó.

(Del libro "Dios de perfil y ochenta minifábulas más" de Fermín de Mieza) 

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